Con el paso de los años nos hicimos mayores todos, y con la
mayoría llegó la madurez y muchos de nosotros empezamos a ver que existía otro mundo privado de ambiente familiar. Era también
nuestra labor el buscar y dar a nuestros mayores un ambiente digno donde poder mitigar sus problemas de edad hasta sus últimos días y de esta forma, desde
hace varios años, esta Asociación ha estado incluyendo dentro de sus fines la atención y cuidado a mayores marginados.
Pero las circunstancias sociales del país fueron cambiando al ritmo que lo hacían las circunstancias
de Europa en la que nos encontramos integrados. Nuevas drogas y el tabaco y el alcohol que ya existían, trajeron nuevas enfermedades y, por supuesto
como no, llegaron nuevas fuentes de marginación social. Nuestros fines ya no eran sólo menores de edad, eran también "menores sociales",
eran marginados reales y marginados potenciales, eran niños, jóvenes, menos jóvenes, y mayores. Y pasó lo de siempre, los niños y los
ancianos llevaron la peor parte. Los niños sufren aún desde antes de nacer las secuelas de la marginación social, padecen enfermedades
incluso dentro del útero materno, son rechazados por sus progenitores y marginados socialmente.Los ancianos ven a sus hijos destrozados y marginados
por las drogas, por la pobreza, por la falta de estímulos, y por eso o por aquello, se encuentran sin familia, sin calor humano y son, como los niños,
rechazados por sus familiares y marginados socialmente.
Las Residencias para personas mayores son promovidas y gestionadas por la propia Asociación, para garantizar así su funcionamiento y estilo
de vida. Estas residencias nacen con la convicción y la esperanza de ofrecer una alternativa válida a la "gran residencia de pensionistas",
grandes centros donde se han ofrecido los máximos servicios técnicos, pero donde los ancianos se han encontrado desorientados, despersonalizados
y perdidos en unos macroespacios, dentro de un ambiente restringido y muy alejado de sus vidas cotidianas, de sus familias, de sus amigos y su entorno
humano.
Así pues, nuestras residencias son hogares familiares, donde se ofrece vivir en un clima familiar y cercano, donde pueda surgir la convivencia, el cariño y el apoyo mutuo,
donde la persona mayor al saberse querido y respetado, descubre cada nueva mañana, al despertarse, que su vida sigue teniendo sentido, realizando pequeñas
actividades con los demás, completando así su obra hasta el final de sus días como miembro activo y de pleno derecho en la humanidad.